Las representaciones de las heroínas virginales, tanto con sentimiento de Lillian Gish, como de manera juguetona, de Mary Pickford, durante la era del cine mudo fueron contrarrestadas por dos representaciones de mujeres sexuales. Unas eran las vamps, diminutivo que definía a las vampiresas voraces que destruían a los hombres de clase media-alta y cuya representación emblemática fue la de Theda Bara en A Fool There Was (1915). Las otras eran las llamadas flappers que, en la década de los años 20s, sustituyeron a las vamps con su retrato de mujer hedonista. Pero no maligna representadas por Colleen Moore y Clara Bow, la chica It del momento. Las vírgenes y las vampiresas forman parte del legado del melodrama victoriano, unas creaciones de fantasía arraigadas en una noción idealizada y demoníaca de la feminidad. A su llegada después de la primera guerra mundial, las flappers eran una de las representaciones de la “nueva mujer”, una femenina que trabajaba, votaba, fumaba, bebía, bailaba jazz y tenía relaciones sexuales. Otra representación posible de estas nuevas mujeres son las esposas sofisticadas, representadas por Gloria Swanson en comedias de Cecil B. DeMille. La chica trabajadora y sexy y la esposa liberada dieron lugar a la mujer moderna de las comedias estrafalarias de los 30s. De mismo modo que la femme fatale del cine negro de los 40s era el producto de la ansiedad machista en un momento convulso, la vampiresa era una construcción sociológica que emergió como un fantasma cinematográfico por Frank Powell en A Fool There Was, que se inspiró en las teorías sociales darwinianas del sociólogo de renombre William Graham Sumner, que sugirió que la naturaleza de la sexualidad femenina, parecida a la de las vampiresas, representaba una amenaza a las energías capitalistas del evolucionado hombre ario. Con independencia de que Bara entendiera o no las implicaciones sociales del papel que interpretó, el éxito de esta película permitió a la Fox financiar su propio estudio, e hizo de ella una estrella, explotando sus rasgos vampíricos con papeles de mujer tentadora y exótica como en Cleopatra (1917). Colleen Moore fue la flapper por su interpretación en Flaming Youth (1923), convirtiéndose en un fenómeno comercial, pero era entrañable más que seductora. Clara Bow en películas como It (1927), se destacó definiendo el significado de “ello”, como un eufemismo para denominar la autoconfianza y el descaro sexual, de los cuales Clara Bow no carecía. La actitud de la chica era un torbellino de guiños, sonrisas y movimientos, pero sin nunca entrar en lo vulgar o convertir el deseo en algo amenazante. En otro plano encontramos a Louise Brooks que tras interpretar a flappers en A Social Celebrity (1926), Love’Em and Leave’Em (1926) y Rolled Stockings (1927), la llamaron desde Berlín para protagonizar Die Büchse der Pandora (1929), de G. W. Pabst. Con una promiscuidad destructora, el personaje que Brooks pone en escena es una mujer que destroza a los hombres sin querer porque no lo puede evitar. Su interpretación llevó a la flapper al rango de diosa del amor.
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AuthorCarlos Morales. ArchivesCategories
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